martes, 22 de septiembre de 2009

El exilio cubano no existe

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Cuando en Enero de 1998, se anunció la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, a un segmento de de la población de Miami, compuesto por cubanos de origen, les faltó poco para excomulgarlo y proclamar la formación de una nueva Iglesia Católica.


A las personas desconocedoras del fenómeno migratorio cubano y de su formación, nacida de una politización manipulada por los órganos de la inteligencia estadounidense, un hecho semejante les puede parecer insólito. Pero en realidad el asombro no llega a esos extremos, porque precisamente la manipulación que han hecho de esos sucesos las Administraciones estadounidenses, ha convertido a los principales medios de la prensa internacional, en caja de resonancia de las políticas elaboradas por Washington a lo largo de medio siglo.


Recientemente, hace apenas unas horas, el cantante Juanes realizó un concierto en la ciudad de La Habana.


Su anuncio, que en cualquier circunstancia hubiese sido percibido con naturalidad, despertó una polémica extraordinaria cuyo impulso surgió del mismo segmento miamense que estuvo a punto de excomulgar al Papa Juan Pablo II, cuando visitó a Cuba en Enero de 1998.


La polémica se ha basado en que semejante concierto en La Habana, tiene connotaciones políticas y ayuda al gobierno cubano. O sea, que las razones esgrimidas para que el concierto no se realice, surgen de las posiciones políticas de este grupo de personas. Muchos se preguntarán cómo pueden ejercer ese control y la respuesta es: por el poder político adquirido en la época que servían directamente a la CIA y muchos de ellos eran parte de la nómina de ese órgano. Con el poder político alcanzado, ejercen al mismo tiempo control sobre los escasos sectores económicos que el Condado Miami Dade posee, pero que son suficientes para financiar la poca prensa que informa a los más de dos millones de personas que viven en esa área.

Estas personas, que tienen puestos de dirección en centros de estudio, universidades, municipios el Condado Miami Dade, el estado de la Florida y tienen representación en Washington, forman un amarre con sectores de la construcción y otros relacionados, a través de las concesiones que dependen de los gobiernos locales. Es bien simple, pues todo depende del dinero y las ganancias que se generen de estos privilegios.


Este sector y a través de una prensa local con esas características y de una prensa internacional acostumbrada a repetir el diseño de las políticas de Washington con Cuba, politizan todo lo relacionado con éste país.


En Estados Unidos y en el mundo en general, los músicos, cantantes y artistas son llamados a los grandes eventos políticos sin que las críticas excedan los límites de simples opiniones personales. Ninguno de esos debates es proyectado por la prensa como una violación de normas o como un suceso anómalo.


Cuando el Presidente de Estados Unidos recibe su mandato en el mes Enero correspondiente al año de las elecciones, múltiples artistas son invitados para cantar y actuar en dicho acto. Artistas que no actúan precisamente en una plaza para el público, sino directamente para el mandatario que toma posesión. Estos acontecimientos son vistos con naturalidad. Es más, en épocas del General Pinochet en Chile, algunos artistas vinculados a este grupo de cubanos de origen, cantaron en Chile y no lo hicieron precisamente para un pueblo que llevaba en ese momento sobre sus espaldas el luto de miles de asesinados sin juicio, en fúnebres y bárbaras circunstancias, sino que lo hicieron para fiestas privadas del General, responsable de aquellos crímenes. Esta conducta, que sí tiene connotaciones políticas hondamente criticables, no recibió cobertura alguna, pasando casi desapercibida. Pinochet no era un Jefe de Estado autoritario como otros que a penas han traspasado el umbral de imponer ciertas restricciones a la expresión. Se trataba de un mandatario cuestionado por la violencia de su régimen y no precisamente por limitaciones impuestas al tipo de tenencia de propiedad o por una represión mayoritariamente social y manipulativa de la expresión. Sin embargo en el Miami de las fábulas, aquello pasó desapercibido.


Juanes quiso hacer un concierto en La Habana para cantarle a la Paz. Escogió el mejor lugar en que podía realizarse: un inmenso espacio en La Habana llamado Plaza de la Revolución. Se trata de un área donde pueden reunirse miles de personas sin paralizar la ciudad. Allí se realizan los actos políticos, pero también los culturales e incluso los religiosos, como sucedió con la visita del Papa Juan Pablo II.


Hacemos estas observaciones para destacar que quienes realmente politizan todo acto y cuanto gesto esté relacionado con Cuba, son las personas pertenecientes al mencionado grupo.


Lo triste de todo, es que aún hayan medios y muchas personas confundidas, que le adjudican características institucionales a algo que, al igual que el “Chupa Cabras” es un mito, creado en este caso, como arma de la Guerra Fría. El exilio cubano es un globo inflado. No existe. Recurrir a nombrarlo como instrumento de fe, con potestades de juicio y mando, sobre los emigrados cubanos y de otras nacionalidades, es una gran aberración.


Como colofón de este análisis debemos agregar que el segmento que irracionalmente se autonombra exilio, no está dividido. Es un segmento que tiene una sola voz.


Del otro lado, a distancia de ellos, como vecinos lejanos, viven cientos de miles de cubanos que visitan familiares, les gusta ir a Cuba, han escogido Estados Unidos para vivir porque les da la gana y para buscar nuevos horizontes de trabajo y vida.

La “voz del exilio” ese antro tenebroso, fabricado para meterle miedo a esos otros cientos de miles de cubanos, es una pobre entelequia, sostenida por mentalidades que, lamentablemente se han enfermado, doliéndose sobre la venganza y el rencor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno este blog. Alana estas acabando.

Anónimo dijo...

Este es uno de los mejores blogs porque no tienes una posición fanática. Te felicito.

Carlos